Se acerca la época de regalos y las dudas acerca de qué comprar.
A veces las Redes Sociales tienen esa virtud, nos descubren firmas con las que conectamos aun estando en otros lugares del mundo.
El grafismo de Jo Gordon y su propuesta de colores siempre llamó mi atención, hasta el punto de haber investigado sobre la firma y haber descubierto sus valores e inspiración que os contamos a continuación.
La historia de Jo Gordon empieza con un gesto sencillo y emotivo: de adolescente encargó una réplica un gorro remendado de su padre. Tenía 16 años, hacía frío en Escocia y aquella copia, tejida por Vilma, amiga de su madre, funcionó tan bien como el original. Desde entonces, su brújula creativa no ha cambiado: valorar lo que está bien hecho, lo que es honesto y útil.
Escocia y la lana recorren su obra como un hilo conductor. Jo trabaja con pequeñas fábricas de punto que atesoran un saber hacer extraordinario y comparten su pasión por la tradición y la artesanía. Con ellas, y con amigos, artistas y diseñadores, colabora para reinterpretar técnicas: aplicar métodos de producción de forma inesperada, rescatar patrones de archivo, mezclar con criterio lo antiguo y lo nuevo. Ahí, en ese proceso, es donde encuentra inspiración.
El color es su lenguaje favorito. Le fascina su capacidad para transformar lo familiar: paletas ricas y patrones complejos dispuestos en formas simples que cambian el contexto y el ánimo. Puede ser fresco o sobrio, sofisticado o divertido, evocador o totalmente nuevo.
De esa misma mirada nace la bufanda en zigzag creada junto a That’s Not My Age, la plataforma de Alyson Walsh que defiende que el estilo no entiende de edad. Diseñaron la pieza codo con codo y Alyson eligió sus azules y verdes preferidos de la paleta de la temporada. Es 100 % lana de cordero, tejida en Inglaterra y pensada para cualquier estación.
La sostenibilidad también es un valor importante para ella. Su punto de partida son los animales y la tierra. Al trabajar con una fibra natural como la lana, el bienestar de las ovejas es central. La lana cruda procede de granjas australianas con altos estándares de cuidado animal, donde no se practica el mulesing. Esas granjas están certificadas bajo el Responsible Wool Standard (RWS), un estándar que reconoce las mejores prácticas en el campo.
La materia prima viaja una vez al año en barco de contenedores desde Australia al Reino Unido y, por carretera, desde Felixstowe hasta la hilatura de Escocia, a orillas del lago Leven. Los tintes y productos químicos empleados son 100 % GOTS (Global Organic Textile Standard), lo que minimiza el daño a la fibra y reduce residuos. El agua se limpia con éxito y se devuelve al lago cumpliendo los más altos niveles de control supervisados por la SEPA (Agencia Escocesa de Protección Ambiental). Ese equilibrio permite que la trucha marrón, los gansos caretos chicos y decenas de miles de aves invernantes prosperen.
Una vez hilado, se traslada a fábricas de tejido cercanas para su confección. Estos talleres están vinculados a SEDEX (Supplier Ethical Data Exchange) y se toman muy en serio las iniciativas medioambientales y éticas.
Aunque a Jo le encantaría usar lana británica en prendas para llevar sobre la piel, el clima frío y húmedo del país produce un vellón más grueso que, al tejerse, resulta áspero al contacto directo; pero que es ideal para alfombras, tapicería o capas exteriores.
Sus productos se conciben para durar toda la vida, piezas de alta calidad que envejecen bien y que se crean respetando a los animales, a las personas y al planeta.
Esperamos que Jo Gordon os guste tanto como a nosotros y os de alguna idea para los regalos de esta Navidad.












